Imagina caminar por un bosque de pinos en lo alto de una montaña y que, de repente, el suelo a tu alrededor comience a presentar decenas de agujeros profundos y perfectamente circulares. Algunos son tan anchos como para que quepa una persona, otros son tan oscuros que no se les ve el fin. ¿Son respiraderos de un antiguo volcán? ¿O son trampas de caza milenarias, excavadas por los primeros habitantes de estas tierras? Este misterio es el corazón de una de las aventuras más singulares de Honduras, escondida en el departamento de Intibucá.

Este enigma es el que nos lleva a explorar el canal «De Viaje con Seoane» en el día 13 de su «Vuelta a Honduras». Joel y su equipo, esta vez acompañados por el guía experto local Marvin Duarte de Duarbe HN Tours, se adentran en el famoso pero poco conocido Cerro de los Hoyos. La experiencia es fascinante: no solo por la extrañeza de los agujeros, sino por la evidencia geológica esparcida por todas partes. El suelo está cubierto de trozos de obsidiana, una piedra volcánica negra y brillante como el cristal, lo que da fuerza a la teoría de que estos hoyos son el resultado de una antigua actividad volcánica. La caminata se convierte en una clase de historia natural, donde cada paso debe darse con cuidado para no caer en uno de estos misteriosos pozos.
Pero para llegar a esta aventura en las alturas, el viaje del día es un recorrido de contrastes increíbles. La jornada comienza en la carretera CA-5, la arteria principal de Honduras, donde el equipo hace una parada obligatoria en Siguatepeque. El destino es La Casita de los Chicharrones, patrocinadores de esta etapa, quienes los reciben con un desayuno monumental. La mesa está repleta de todas las delicias que ofrecen: tamales, tucas, tortillas con queso, y por supuesto, diferentes tipos de chicharrones crujientes y frescos, preparados en enormes ollas a la vista de todos. Es una demostración de la gastronomía contundente y deliciosa que caracteriza a la región.

Con el estómago lleno y el espíritu en alto, el equipo toma la carretera, ahora completamente nueva, hacia Intibucá. El primer municipio que los recibe es Jesús de Otoro, y el cambio es inmediato. Conocido como «el nidito tibio de Intibucá», es el único lugar del departamento donde reina el calor. Este valle, famoso por ser la «capital del arroz» de Honduras, sorprende con un fenómeno natural espectacular: un túnel de varios kilómetros formado por las copas de árboles de Guanacaste que cubren por completo la carretera. Su parque central también tiene una curiosidad: un gigantesco tronco hueco de Guanacaste, traído hace años desde el río Ulúa, que sirve como un refugio peculiar en medio de la plaza.

Tras dejar el calor de Otoro, el ascenso a La Esperanza e Intibucá —las ciudades gemelas— trae consigo una transformación radical del clima. El aire se vuelve frío, el paisaje se tiñe del verde intenso de los pinos y la atmósfera invita a abrigarse. Es en esta ciudad, la más alta de Honduras, donde el equipo se enfrenta a un desafío común para los visitantes: el mal de altura. Nando, el camarógrafo, sufre los efectos de los 1,700 metros sobre el nivel del mar, un recordatorio real de las condiciones extremas que se viven en esta «ciudad del manto blanco».
Más allá de la aventura en el cerro, La Esperanza ofrece una inmersión cultural profunda. Una visita al Museo Amonite revela una colección fascinante de fósiles, piedras y minerales de todo el mundo. El nombre del museo proviene de su pieza central: un fósil de Amonite, considerado uno de los seres vivos más antiguos según la datación por carbono 14. La historia del museo es tan encantadora como sus piezas: nació de la colección que el dueño fue formando a lo largo de los años, trayendo piedras de sus viajes como regalo para su esposa. Es también un espacio que honra a la cultura Lenca, la etnia que tiene en Intibucá su principal bastión.

El resultado de esta jornada es el retrato de un departamento de una diversidad increíble. Intibucá es mucho más que frío y papas; es el calor de los valles arroceros, el misterio geológico de sus montañas, la calidez de su gastronomía y el legado vivo de la cultura Lenca. Es un destino que ofrece aventuras intelectuales y físicas, todo en un mismo día.
La Clave para Explorar Intibucá
El consejo más útil de este episodio es entender que Intibucá es un departamento de dos climas. Si planeas un viaje, debes empacar tanto para el calor como para el frío. Prepárate para un clima cálido y húmedo en Jesús de Otoro, pero asegúrate de llevar abrigo suficiente para el frío intenso de La Esperanza, donde las temperaturas pueden bajar considerablemente, sobre todo por la noche. Además, para aventuras específicas como el Cerro de los Hoyos, es esencial y obligatorio contratar un guía local. No solo por seguridad para no caer en uno de los agujeros, sino para poder entender la historia, la geología y los secretos que esconde este lugar único.

Este video es una invitación a descubrir las múltiples caras de Intibucá. Para ver el impresionante túnel de árboles, sentir el misterio del Cerro de los Hoyos y aprender sobre la fascinante historia de los fósiles y la cultura Lenca, tienes que ver el episodio completo.
Adéntrate en los misterios y la cultura de Intibucá en el video completo aquí: