«Muchas veces nosotros los humanos creemos que tenemos poder sobre las cosas… imagínense lo que pensaban los dueños de los hoteles que estaban aquí, los dueños de todos los restaurantes. Y pues de la noche a la mañana sucede algo y lo pierdes todo». Esta profunda reflexión de Joel Seoane, hecha frente a un mar implacable que devoró un pueblo, es el corazón del noveno día de la «Vuelta a Honduras en 20 Días». Este no es un simple episodio de viaje; es una meditación sobre la resiliencia humana, el poder de la naturaleza y la huella imborrable de la historia en el punto más al sur del país.

El viaje al departamento de Choluteca es una inmersión en una tierra de extremos. El calor es sofocante, el sol es intenso y el paisaje está definido por la riqueza agrícola y la cercanía con dos fronteras. El equipo de «De Viaje con Seoane» llega a la cabecera departamental de noche, una estrategia que han adoptado para maximizar el tiempo de grabación diurno. La jornada comienza realmente a la mañana siguiente, desde una cómoda casa de Airbnb ofrecida por un suscriptor, un gesto que refleja la comunidad que se ha construido en torno a este canal.

La primera expedición del día es un viaje a la costa, a la comunidad de Cedeño, en el municipio de Marcovia. Lo que encuentran allí es impactante. El Océano Pacífico se muestra furioso, con olas que rompen a escasos metros de la orilla. Este no es el Caribe sereno; es un mar con una fuerza palpable. El guía local les cuenta la historia reciente y trágica del lugar: en los últimos años, el mar ha avanzado más de 300 metros tierra adentro, tragándose por completo hoteles, restaurantes y casas. El video nos lleva a caminar por las ruinas de lo que fue la escuela del pueblo. Las aulas están semienterradas en arena, los balcones corroídos por la sal y en una pared, aún se pueden ver las letras del abecedario. Es una imagen desoladora que sirve como un poderoso recordatorio de la vulnerabilidad humana frente a la naturaleza. La experiencia se torna aún más extraña cuando los drones de Joel y Luca comienzan a emitir alertas de proximidad en cielo abierto, un misterio que ellos atribuyen a la cercanía con la frontera de Nicaragua.

En un contraste absoluto con la fuerza destructiva del mar, la siguiente parada muestra el poder productivo de la tierra de Choluteca. Acompañados por Jarvín, un guía local que contactó a Joel para mostrarle su región, el equipo visita las salineras y laboratorios de camarones. Aquí, Jarvín explica con detalle los complejos procesos que definen la economía de la zona. Aprendemos cómo se produce la sal en enormes piletones durante el verano, utilizando el intenso sol y la cal para aumentar la salinidad y la pureza. También nos adentramos en el fascinante mundo de la acuicultura, entendiendo cómo se cultivan las larvas de camarón en laboratorios antes de ser liberadas en las grandes lagunas para su crecimiento. Es una mirada a la inmensa riqueza industrial y agrícola del sur, donde el trabajo es duro pero constante.

Tras esta inmersión en la naturaleza y la industria, el viaje se traslada al corazón histórico y cultural de Honduras, el centro de la ciudad de Choluteca. La primera parada es gastronómica, en «La Casa del Pozol». Aquí, el equipo prueba por primera vez el pozol, una bebida tradicional del sur a base de maíz, servida en un guacal de jícaro. Su sabor, parecido a la horchata pero más exquisito según Luca, se convierte en el descubrimiento culinario del día, un refresco perfecto para el calor sofocante de la ciudad.

Con el paladar refrescado, comienza el recorrido histórico. Choluteca es cuna de dos de los próceres más importantes de la historia de Honduras, y sus casas natales se encuentran una frente a la otra. Primero, la casa donde nació José Cecilio del Valle, el redactor del Acta de Independencia de Centroamérica, cuya imagen adorna el billete de 100 lempiras. Joel destaca la poderosa ironía de que el hombre que firmaría la libertad de la región naciera en una casa que era importante para el gobierno colonial español. Justo enfrente, se encuentra la casa natal de Dionisio de Herrera, el primer Jefe de Estado de Honduras. La historia de estos dos gigantes impregna el aire del Parque Central, que lleva el nombre de Valle y está rodeado de frondosos árboles que ofrecen un respiro del calor.
La jornada culmina en el monumento más icónico de la ciudad: el Puente de Choluteca, también conocido como Puente Carías. Esta majestuosa estructura de metal rojo, construida por ingenieros del ejército de Estados Unidos en la década de 1930, fue durante 60 años el puente más largo de Honduras. Su diseño colgante, inspirado en el Golden Gate, es impresionante, pero su verdadera leyenda es su increíble resiliencia. El puente sobrevivió intacto a la furia del huracán Mitch en 1998, convirtiéndose en un símbolo de la fortaleza y la durabilidad. Sentir cómo toda la estructura tiembla cuando un camión pesado cruza sobre él es una experiencia que conecta directamente con la historia viva de la ingeniería en Honduras.

El Sabor del Sur: Una Bebida Imprescindible
El consejo más valioso de este viaje es una recomendación para el paladar. Si alguna vez visitas Choluteca o cualquier parte de la calurosa zona sur de Honduras, el «truco» es buscar y probar el pozol. No te dejes engañar por su apariencia simple. Esta bebida, hecha a base de maíz molido, a veces con un toque de canela o cacao, es increíblemente refrescante y deliciosa. Pídela en su tradicional guacal de jícaro para tener la experiencia completa. Es la forma más auténtica y sabrosa de combatir el calor y de conectar con los sabores tradicionales de la región.
Este episodio es un viaje de profundos contrastes. Te lleva desde la nostalgia de una costa perdida hasta la riqueza de su industria, pasando por el nacimiento de la nación y culminando en un monumento a la resiliencia. Para presenciar la fuerza del mar en Cedeño, entender cómo se produce la sal y sentir el temblor del histórico Puente de Choluteca, tienes que ver el video completo.
Explora la historia, la naturaleza y la resiliencia de Choluteca en el video completo aquí: